Santo Domingo. Hoy, 25 de septiembre, se conmemora el 61º aniversario del golpe de Estado que derrocó al gobierno del profesor Juan Bosch, un evento que marcó un punto de inflexión en la historia democrática de la República Dominicana. Bosch, quien había sido electo democráticamente en diciembre de 1962, asumió la presidencia el 27 de febrero de 1963, en un momento en que el país emergía de la oscura sombra de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Sin embargo, su mandato duró solo siete meses, interrumpido abruptamente por un golpe militar liderado por el coronel Elías Wessin y Wessin.
El 25 de septiembre de 1963, tras una serie de tensiones políticas y sociales, Bosch fue depuesto y reemplazado por una junta militar presidida por Emilio de los Santos. Este golpe no solo truncó el primer experimento democrático en décadas, sino que también detuvo la implementación de una Constitución progresista que abogaba por las libertades civiles, la justicia social y una reestructuración económica que incomodaba a los sectores tradicionales y poderosos del país.
La raíz del conflicto comenzó a gestarse días antes del golpe, cuando los grupos empresariales, en desacuerdo con las políticas liberales del gobierno, convocaron una huelga general el 20 de septiembre de 1963. La huelga paralizó al país durante dos días, sirviendo como catalizador para el golpe militar que se desencadenaría pocos días después.
Tras el derrocamiento de Bosch, la República Dominicana entró en una fase de inestabilidad política que culminaría en la Revolución de Abril de 1965. Esta insurrección, que exigía el retorno de Bosch al poder, derivó en la intervención militar de Estados Unidos, que envió 42,000 marines para sofocar la revuelta, iniciando una breve pero violenta guerra civil en el país.
El legado de Juan Bosch, sin embargo, sigue siendo recordado por su compromiso con los derechos del pueblo dominicano. Durante su breve mandato, impulsó reformas cruciales como la reducción de los sueldos de los funcionarios públicos, la creación de un Plan Nacional de Alfabetización, la expansión de la cobertura de salud pública y la promulgación de una nueva Constitución que defendía los derechos laborales, condenaba el latifundio y prohibía la propiedad extranjera de tierras.
El mensaje de Bosch, plasmado en una carta dirigida al pueblo dominicano poco antes de su derrocamiento, resuena aún hoy:
«Ni vivos ni muertos, ni en el poder ni en la calle se logrará de nosotros que cambiemos nuestra conducta… Los hombres pueden caer, pero los principios no. Nosotros podemos caer, pero el pueblo no debe permitir que caiga la dignidad democrática. La democracia es un bien del pueblo y a él le toca defenderla.»
A 61 años de su derrocamiento, el legado de Bosch sigue siendo un símbolo de lucha por la democracia y la justicia social en la República Dominicana.