“Hemos reafirmado nuestro compromiso en hacer frente común contra la guerra de agresión ilegal, injustificable y no provocada de Rusia contra Ucrania”, declararon los jefes de Estado. Estados Undios ya había anunciado nuevas sanciones contra Moscú para restringir el acceso de Rusia a “productos necesarios para sus capacidades de combate” y justo antes de comenzar la cumbre, el primer ministro de Gran Bretaña, Rishi Sunak, aseguró que su país prohibirá las importaciones de cobre, níquel y aluminio de origen ruso.
En una rueda de prensa desde Hiroshima, Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, dijo que otros países de la UE se unirán también a esas restricciones para cortar los ingresos de la multimillonaria industria de diamantes de Rusia.
Durante su comparecencia al margen de la cumbre, Michel, quien también estuvo visitando el memorial junto a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, habló sobre China, otro de los focos principales de discordia donde apuntarán las reuniones del G7.
“La UE le interesa mantener una cooperación estable y constructiva con China, pero quiere eliminar el riesgo para reducir las dependencias excesivas y diversificarse para abordar las prácticas desleales”, dijo Michel, que también aprovechó para pedir a Pekín que use su influencia sobre Putin para poner fin a invasión de Ucrania. “Hacemos un llamado a China para que presione a Rusia para que detenga su agresión militar”.
Unas horas antes el ‘Financial Times’ adelantó que, al cierre de la cumbre, el domingo, asistirá uno de los grandes protagonistas de la guerra en Ucrania. Será el presidente del país invadido por Rusia, Volodimir Zelenski, quien asomará por Hiroshima. Una sorpresa porque al ucraniano se le esperaba en un principio interviniendo únicamente por videoconferencia.
La visita al memorial en el arranque de la esperada cumbre del G7, era una oportunidad para reflexionar sobre los horrores del holocausto nuclear que barrió una de las ciudades más famosas al oeste de Japón. “Nunca más se puede repetir”, gritaban estos días algunos Hibakusha (persona afectada por la bomba), como Keiko Oigura y Ryohei Tanabe, dos octogenarios que están entre los más de 136.000 supervivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki que quedan con vida.
Oigura y Tanabe se han pasado toda su vida dando charlas en colegios y universidades de Japón para que los más jóvenes conozcan su historia y que el horror no caiga en el olvido. “Hiroshima solo pudo transformarse en la ciudad que tenemos hoy porque hemos tenido más de 70 años de paz. Los líderes del G7 deben entender eso”, señala Tanabe.
El clima gris desdibujó el paseo de los líderes del G7 por un parque de 120.000 metros cuadrados que antes de que un avión estadounidense B-29 lanzara la bomba, era el centro político y comercial de Hiroshima. Un área que las autoridades japonesas decidieron que, a diferencia del resto de la ciudad, no se reconstruiría, dejando como gran símbolo las ruinas intactas de lo que era el Salón de Promoción Industrial, uno de los pocos edificios que permanecieron en pie, cubierto por una gran cúpula que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
El anfitrión del encuentro, Fumio Kishida, firme defensor del desarme nuclear, buscaba que la cumbre amplificara ese mensaje pacifista. El año pasado, Kishida se convirtió en el primer líder japonés en dirigirse a la conferencia de las Naciones Unidas sobre el Tratado de No Proliferación, el histórico acuerdo de 1970 que rige los esfuerzos de reducción nuclear del mundo, pidiendo una mayor transparencia de los estados nucleares y una disminución de las reservas mundiales.
“Hoy, el pasado de Hiroshima debería servir como un recordatorio de lo que puede suceder cuando la paz y el orden se rompen y dan paso a la inestabilidad y el conflicto, un recordatorio que se necesita más que en cualquier otro momento de las últimas décadas”, escribía Kishida el viernes en una columna publicada en la revista ‘Foreign Affairs’.
Los líderes hablaron sobre la preocupación nuclear después de que Putin anunciara en marzo que desplegaría armas nucleares tácticas en Bielorrusia y de que suspendiera la participación rusa en el último tratado de control de armas nucleares (New START) firmado con Estados Unidos. En cambio, según aseguran a este periódico fuentes diplomáticas europeas, el desarme nuclear no es uno de los asuntos prioritarios en la agenda del grupo.